Desde los primeros estudios realizados sobre la ecología trófica del lobo (Canis lupus), allá por los años 40-50 del siglo XX en Norteamérica, hasta los más actuales a lo largo de su extensa área de distribución mundial, se ha demostrado el papel que este depredador desempeña en los ecosistemas como controlador y equilibrador de las poblaciones de mamíferos que con él cohabitan, tanto herbívoros como carnívoros.
Sin embargo, también hay en nuestro país territorios frecuentados por el lobo que cobijan una abundante fauna de herbívoros salvajes y que alimentan al depredador. Siendo por ello muy pequeña su incidencia sobre la actividad ganadera. Un magnífico ejemplo de este tipo de área es la Reserva Regional de Caza de la Sierra de Gredos, en el sur de Ávila. Con una importante población de cabra montés (Capra pirenaica victoriae), desde hace pocos años está siendo recolonizada por el lobo. Podría pensarse que al abundar las presas salvajes y vivir prácticamente a sus expensas el lobo se vería libre de la persecución por parte del hombre y de campañas en los medios de información denostando su presencia, pero no ocurre así. En este espacio el lobo vuelve a chocar de nuevo contra los intereses económicos del hombre, esta vez con el sector cinegético, que trata de cargar sobre la responsabilidad del cánido una serie de supuestos perjuicios, que van desde la disminución de la calidad y precio de los trofeos de cabra montés de la reserva hasta la propia continuidad temporal de la población del ungulado en la misma. Incluso se habla de la negativa repercusión que la actividad predatoria del lobo puede tener en la población humana de la comarca, ante un hipotético daño económico motivado por la disminución de la demanda de trofeos de cabra montés y, con ello, del turismo relacionado con la caza.
Esta imagen del papel del predador y sus perjuicios está siendo insistentemente presentada a través de diversos medios de información provinciales. Con los datos extraídos de las noticias en ellos divulgadas, referentes al montante económico que la caza de la cabra montés reporta en la Reserva Nacional de Caza de Gredos y a las cifras de ejemplares censados, subastados, cazados y depredados, vamos a hacer un análisis de la situación existente.
Según los censos de que dispone la Asociación de Propietarios de los Terrenos de Caza de Gredos, que gestiona de acuerdo con la Junta de Castilla y León la caza en un territorio de 40.000 ha de la reserva nacional, entre 2.011 y 2.015 el número de individuos de cabra montés en la vertiente norte de Gredos era de 3.877. Vendrían a ser unos 400 ejemplares más que cuatro años antes. Esto supondría un aumento de la población del 10,31%. Dividida la población en franjas de edad, los machos habrían pasado de 1.558 a 1.705 individuos (aumento del 9’43%), las hembras de 1.440 a 1.618 (12’36% de aumento) y los chivos de 481 a 554 (expansión del 15’17%). En cuanto a la vertiente sur de la cordillera, se dice que no hay datos fiables respecto al número de integrantes de la población y la evolución de la misma. En todo caso, los censos actuales barajan una población de 7.000-8.000 ejemplares para la totalidad de la sierra.
Los cupos de caza se mueven todos los años en las mismas cifras, 160-195 machos por temporada. Los ingresos por la caza se incrementaron por encima del 17% de 2.013, año en el que la asociación de propietarios acometió su gestión, a 2.014, y un 5% de 2.014 a 2.015. Por ello, los propietarios de terrenos que se integran dentro de la reserva han recibido más dinero cada año: 19’84€/ha en 2.013, 23’25€/ha en 2.014 y 24’29€/ha en 2.015, sólo contando lo que deja la caza de machos. Si añadimos la caza de hembras hay que sumar entre 1-1’5€/ha.
La propuesta del Plan de Caza de la Reserva Regional de la Sierra de Gredos para el periodo comprendido entre el 1 de abril de 2.020 y el 31 de marzo de 2.021 plantea la caza de 154 machos y 127 hembras de cabra montés, 7 corzos, 10 ciervos y la autorización de 36 monterías. Ante estas cifras continúan las quejas por parte de la asociación de propietarios al haber tenido que reducir, por primera vez en años, la puntuación de los animales cazables (se refieren a la cabra montés) y que repercutirá en los ingresos generados. Aunque reconocen que el número de ejemplares a abatir es superior al de otros años.
Hasta aquí se han mostrado algunas cifras de la actividad cinegética. Vamos a exponer a continuación los efectos de la depredación del lobo.
Durante el período 2.017-2.019 supuestamente los lobos depredaron sobre 160 individuos de cabra montés en la reserva regional, según datos de la Junta de Castilla y León. Estas muertes tuvieron lugar tanto en la vertiente norte de la sierra (donde mataron 120 ejemplares) como en la sur (40 individuos). Las cabras de la vertiente norte supondrían un 3’09% del número de ejemplares de la reserva de caza y los de la vertiente meridional el 1,03%, en el supuesto que su número siga siendo el mismo que en 2.015. Dados los cupos de caza parece ser que así es, o que incluso ha aumentado. Es decir, en tres años los lobos habrían venido matando el 4’12% de la población de cabra montés presente en la reserva de caza. Pero no sólo hay cabras en la reserva nacional de caza, sino también en otras zonas de la sierra. El plan de caza 2.020-2.021 planea matar el 7’25% de la población de cabra montés de la reserva nacional de caza en un solo año. Además, el impacto del furtivismo en Gredos es muy alto, por lo que el número de cabras abatidas por el hombre es bastante más elevado que lo indicado por los datos oficiales.
Ante las cifras manejadas se puede afirmar que el impacto que el lobo tiene sobre la población de cabra montés en la reserva de caza es mínimo y que, naturalmente, se encuentra muy lejos de ponerla en peligro. Así mismo, los cánidos no se centran en una única clase de edad, repartiendo su actividad venatoria entre la totalidad de las mismas. De este modo su influencia no pone en riesgo la continuidad de ninguna de ellas. Todo esto suponiendo que realmente hayan muerto cazados por los lobos la totalidad de los ejemplares de cabra montés que se indican, y que un número de ellas no hayan perecido por otras causas y simplemente el carnívoro haya carroñeado sobre sus cadáveres.
¿Por qué entonces esa animadversión hacia el lobo por parte de los gestores de la actividad cinegética? Evidentemente ante el temor a que se frenen unos ingresos económicos generados por esta en beneficio de la asociación de propietarios y que no han parado de crecer en los últimos años. Tratar de culpar al lobo de una supuesta merma en la calidad de los trofeos de cabra montés, de la puesta en peligro su floreciente población en Gredos y de ser el responsable de la pérdida de puestos de trabajo en la comarca es absolutamente falso y un argumento que enmascara la pura realidad.
La subespecie victoriae de cabra montés, propia del Sistema Central, es un preciado trofeo de caza mayor a nivel mundial. Cazadores de todo el mundo pagan importantes sumas para obtener el derecho de abatir un macho. Incluso hay empresas y particulares que pujan en las subastas y venden los animales adquiridos a segundos, con el consiguiente incremento de precio. Para hacernos una idea, en la Reserva de Caza La Sierra, en la parte extremeña de Gredos, se ha llegado a poner algún año un precio de salida en la subasta de 4.950€ por machos de cabra montés, habiéndose pagado en alguna ocasión más de 7.000€ por algún individuo. Así, un macho C. p. victoriae de Gredos cuesta el doble que un macho turolense de la subespecie C. p. hispanica. Hablamos de machos de categorías A1 (12 años o más de edad) y A2 (edad superior a 11 años). Y ya que mencionamos la reserva de caza cacereña merece la pena señalar que su población de cabra montés era de 35 ejemplares en 1.985 y que ascendió hasta los 2.500 individuos en 2.014. El cupo del plan de aprovechamiento 2.017-2.018 fue de 120 machos y 120 hembras (6’85% del total). Ello supuso el mayor número de permisos de la reserva en su historia. Queda patente el buen estado de conservación por el que parece atravesar la población gredense de cabra montés en ambas reservas de caza.
Para terminar con los datos económicos sólo reseñar que en la temporada 2.018-2.019 los ingresos debidos a la caza mayor en la Reserva Regional de Caza de la Sierra de Gredos han superado ampliamente los 1.150.000€, pese a la reducción del número de animales subastados. Ello debido al aumento de la demanda. Los 161 machos, cazados al rececho, dejaron una cantidad de 1.093.308’32€; las 64 hembras recechadas generaron 16.879’50€ (5’80% de la población total cazada entre ambos sexos) y las 34 monterías 47.195’86€. A ello hay que sumar lo generado por la caza de corzos y ciervos El dinero se reparte entre los propietarios de los terrenos, excepto un 15% que va a un fondo de gestión común.
Es indiscutible que la caza de cabra montés en Gredos es un importante recurso económico en diferentes comarcas de la sierra. Sin embargo, el número de aficionados que atrae anualmente es muy inferior a aquellos que se acercan a la misma con la finalidad de disfrutar de la naturaleza y a la vez observar sus especies salvajes, entre las que también la cabra montés destaca como la más buscada. En este sentido, la presencia permanente del lobo aporta un aliciente extraordinario para el mantenimiento y desarrollo del turismo de observación del medio natural, como ya ocurre en otras zonas de España. La recolonización de Gredos por el lobo ha traído consigo que el ecosistema vuelva a beneficiarse de su papel de controlador y saneador de las poblaciones de sus presas. Se evita así un exceso numérico que podría tener consecuencias negativas sobre el mantenimiento de la cubierta vegetal, la proliferación de enfermedades o malformaciones y el crecimiento excesivo de las poblaciones de depredadores oportunistas. Recientes estudios han demostrado que su acción repercute positivamente en el mantenimiento del buen estado sanitario del ganado vacuno al controlar las poblaciones de jabalí, que mantienen la tuberculosis en el medio natural, siendo la vaca la principal víctima de la enfermedad. El control del lobo sobre el jabalí conlleva una gran reducción de la infección por tuberculosis. A estos beneficios ecosistémicos se añade el de ser una especie carismática capaz de atraer un numeroso turismo interesado en su contemplación y conocimiento. El sector cinegético no debe tratar de erigirse a sí mismo como el único generador de riqueza en la zona aquí contemplada. Tampoco ha de dificultar las posibilidades de crecimiento del turismo de observación de la naturaleza, que encuentra en la figura del lobo un reclamo de primera categoría. La diversificación de las actividades económicas es lo que realmente permitirá la permanencia de la población en su territorio.
El lobo como todos los depredadores carnívoros ataca y mata principalmente a presas débiles, jóvenes o cadáveres.
El jabalí es el que está haciendo muchísimo daño con lo cual el aumento del lobo es fundamental para su control.