28 de febrero de 2019 El Observatorio del Estado de Conservación del Lobo (Observatorio del Lobo en su denominación abreviada) es una asociación de ámbito nacional que ha nacido para analizar la situación de esta emblemática especie y de los factores que le afectan. Presidida por el investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN‐CISC), Fernando Palacios, es un ejemplo de ciencia ciudadana que, más allá de obtener la foto fija que ofrecen los censos de especies, se dedica al seguimiento a largo plazo de las poblaciones de lobo. Su finalidad es ofrecer información continua y actualizada tanto del estado de la especie como de su hábitat para que las administraciones implicadas tomen medidas bien documentadas.
El trabajo se lleva a cabo con voluntarios que, una vez adquirida a formación metodológica, se ocupan de la toma de datos en el campo haciendo seguimiento en áreas concretas de uno o varios grupos de lobos. Así se consigue estudiar la dinámica las diferentes poblaciones, su distribución geográfica y la extensión y características sus hábitats. La metodología de trabajo de campo que emplea el Observatorio del Lobo, que combina el muestreo de indicios de la presencia de lobos con el fototrampeo, está diseñada para identificar los territorios de cada manada y poder llegar a conclusiones responsables sobre el número de grupos y ejemplares.
“Con este conocimiento científico, además de determinar el estado de conservación de las poblaciones, podemos predecir si el lobo es viable por sí mismo en su hábitat natural a largo plazo. Así se pueden tomar las medidas necesarias basándose en datos reales y, tal y como marca la Directiva de Hábitats y de la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad, proteger al lobo, que es una especie de interés comunitario”, apunta Fernando Palacios. “Las administraciones que se ocupan de temas medioambientales se basan en censos que, si se quiere cumplir la normativa vigente, no ofrecen toda la información necesaria”, indica el investigador.
Ocho años de trabajo
Pero el Observatorio del Lobo no parte de aquí sino que es fruto de la experiencia obtenida a través del Censo del Lobo Ibérico, una iniciativa en la que ya participaron la mayoría de los integrantes de la nueva asociación. El trabajo de los ocho años previos ha permitido obtener muchos datos biogeográficos y conclusiones respecto al terreno y las costumbres de las manadas. Entre ellas, que en su mayoría los lobos viven en territorios que gozan de algún tipo de protección territorial (Red Natura 2000, Parques Naturales, Partes Nacionales o Reserva de la Biosfera). Habita en áreas una altitud de entre 900 y 2200 metros con un 94% de cobertura vegetal silvestre, es decir, bosques de especies frondosas y coníferas, pastizales naturales, vegetación habituada a las sequías, matorral boscoso, praderas y matorrales o bosque mixto.
En concreto, el grupo de trabajo del proyecto que trabaja en el Sistema Central ha hecho el seguimiento de trece manadas de lobos y ha detectado una situación de estancamiento de la población en la Comunidad de Madrid, con pocos individuos por grupo (4‐5), sin reproducción constatada todos los años y con la probable desaparición de un grupo entero debido a los atropellos. Por ello instan a las autoridades competentes a tomar medidas que disminuyan la mortalidad: crear pasos de fauna, mejorar los valla o y perseguir el furtivismo. Medidas que deben sumarse a la coordinación entre las diferentes CCAA y la protección legal de la especie en todo el territorio nacional.
Además de lo expuesto, el Observatorio del Lobo realizará jornadas y publicaciones periódicas para informar a la ciudadaní zonas de estudio.
La primera jornada
En la primera jornada del Observatorio del Lobo, celebrada el 1 de febrero en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y que sirvió de presentación pública de la asociación, se expuso la necesidad de mejorar la coexistencia con la ganadería y la adopción de medidas adicionales de conservación de la especie para lograr así mantener el equilibrio de los ecosistemas que puebla.
Esta primera reunión contó con la presencia de naturalistas como José Antonio Montero, redactor jefe de la revista Quercus, que comentó que “en el momento en el que nos encontramos, asociaciones como esta, que basan su trabajo en la observación y la toma de datos, son más necesarias que nunca para avanzar en la defensa del lobo y su hábitat”. Montero también destacó el importante papel de investigadores como Fernando Palacios que, según sus palabras, “representa lo que debe ser un científico de nuestro tiempo, comprometido e implicado en los desafíos ante los q e nos encontramos”.
“Ahora tenemos posibilidades reales de tener representación en Europa y desde Bruselas vamos a hacer efectiva la protección máxima del lobo”, apuntó Silvia Barquero, presidenta del Partido Animalista (PACMA) . Por su parte, Theo Oberhuber, coordinador de proyectos de Ecologistas en Acción, destacó la importancia de poder contar con expertos como los que forman este grupo ya que, “gracias a la experiencia acumulada y la recopilación metódica de datos, resultan imprescindibles para el peritaje en procesos legales cuando hay que defender la protección de determinados espacios, o confirmar los ataques dan”.